Friday, January 16, 2009

Taal

Ayer fui con gente de acá a Tagaytay y al lago Taal, donde está el volcán del mismo nombre.

Es un lugar muy interesante: un gran lago bordeado por laderas que en realidad es un gran crater de un volcán, ya desactivado y todo muy erosionado. Dentro del lago hay una islita que es otro volcán, muy chiquito. Considerado el más chico y bajo del mundo, tiene una historia de erupciones muy violentas (todos los petisos se cabrean fácil, eso es sabido). Y dentro de ese volcán a su vez hay un lago - lo cual no significa que esté apagado, ya que me cuentan que hay fumarolas y sale vapor por distintos lugares.


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Estuvimos en el borde del volcán exterior, a unos 700m de altura. Es posible ir al volcán Taal, pero hay que pensar en ir todo el día y habíamos ido después del trabajo y esta gente tiene que seguir con su vida también (familias, hijos, etc... tampoco son guías de turismo!). Debe estar muy bueno ir... te bajan hasta el lago en "tricycle" (es eso o 4x4, otra cosa no baja porque es muy escarpado), que son unas motitos con un sidecar con techo que andan por todos lados, después te llevan en bote hasta la isla y ahí tenés una trepada y como 1h de trekking. Quizás vuelva, no sería mala idea.

Los dos que me acompañaron son fotógrafos amateurs también, así que estuvo divertido. Lo malo es que la zona suele tener bastante niebla, y si bien a mí me pareció que no se veía un carajo, me dijeron que estaba bastante bien... otras veces parece que no llegás ni a ver la isla.

Esta era la vista desde el mirador a 700m sobre el nivel del mar:


El pequeño volcán virulento en la neblina:


Otra cosa que se veía desde arriba eran las trampas de pescadores. Cientos, donde cada "cuadradito" pertenece a una familia. Viven en la costa del lago y recorren las trampas una vez al día, generalmente bien temprano por la mañana, a eso de las 4am. Debe ser algo interesante de ver, ya que me cuentan que se llena el lago de lucecitas de los pescadores en sus botes yendo a sacar lo que quedó enganchado en las redes.


Como fuimos después del trabajo, desayunamos allá mirando el lago. A la vuelta, que ya era pasado el mediodía, paramos a comer en la casa de uno de ellos (por lo que veo hasta ahora, es una característica de los filipinos la amabilidad y la hospitalidad), y después de un lindo almuerzo filipino (pollo, pescado, sopa, arroz, carne con verduritas, y de postre pastelitos de mango) volvimos para los pagos.

A la vuelta me aprovisioné de fruta en unos puestitos que vendían al costado del camino. Pero ese será otro post, ya que hay algunas fotos.

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